En defensa del punto medio

¿Ser tibio es cobardía o lucidez? Un ensayo contra la certeza absoluta, la estupidez binaria y la adicción a las respuestas fáciles.

En defensa del punto medio

Una vez me dijeron que era un tibio.
—¿Como el huevo? —pregunté.
Me miraron con desprecio.
—No, peor. Porque no tomas postura de nada.
—Menos mal —contesté—. Odiaría ser un huevo.

Me lo dijeron así, sin pensar, como quien aprendió en la escuela que en los exámenes solo hay una respuesta correcta. Esas malditas preguntas de opción múltiple me dejaban paralizado por minutos, pensando: “ninguna de esta lo es”. Todo depende. Depende de más cosas. ¡Depende de más cosas, carajo!

Por eso soy un tibio. Porque la vida no cabe en una pregunta de opción múltiple.

Nos entrenaron para pensar así: sí o no, uno o cero, correcto o incorrecto. Para que estuviéramos listos cuando los políticos nos ofrecieran soluciones fáciles a problemas imposibles.

—¿Y usted cómo resolverá la crisis y la pobreza, candidato?
—Muy simple —dice, con esa sonrisa de hijo de puta que solo practican frente al espejo—:
¡mejores sueldos y más trabajos!
Al fondo, los aplausos.

Pero lo lamento… las cosas son más complejas que eso. Y a ti ya te han follado, votante ingenuo.

La realidad es que la mayoría de la gente no quiere la respuesta larga: no tiene tiempo o no le interesa. La solución simple es más atractiva y parece más alcanzable…aunque sea falsa. Y ahí está el truco: por eso los políticos no resuelven nada. Por eso responden con seguridad en las contiendas y debates. Porque la gente necesita creer, no necesita soluciones. 

Esto no solo pasa en política: pasa en finanzas, en nutrición, en medicina, en arquitectura.

Por eso me retuerzo como gusano con sal cuando alguien descubre que soy licenciado en finanzas y me pregunta:

—¿Y en qué invierto, querido cerdito capitalista? Tú sabes de dinero, ¿verdad?

Pero sus esperanzas de volverse millonarios y que les brinde el secreto de la plenitud financiera se desvanece ante mi respuesta: DEPENDE. Porque depende del capital, del riesgo de… [jerga financiera ineludible].  Y simplemente se van. 

Entonces, no es que sea un tibio (o un huevo) con una incapacidad de postura, sino que, en muchas ocasiones trato de dar una postura articulada, enfocándome en varios aspectos. Porque es más prudente —y más profesional— hacerlo así.

Además, mi cerebro funciona así desde que tengo memoria. El desgraciado considera cientos y cientos de posibles escenarios antes de verbalizar una respuesta o tomar una postura. Se inclina a un lado, lo debate, y reformula una postura. Todo eso en milisegundos. Mientras el otro me mira y dice: —¿Entonces qué opinas?

No vengo a venderte la idea de que todo cuestionamiento debe pasar por una minuciosa revisión de posibilidades antes. Porque a veces una decisión rápida es vital para resolver algo. Pero estas pausas, las que cuestionan y analizan, ofrecen un respiro ante la radicalización que termina en violencia. Nos permiten empatizar, comprender y suspender el juicio. 

Así que, la próxima vez que alguien te conteste depende, quizá quiera tomarse unos minutos para explicarte algo más a profundidad, y eso no significa que sea un tibio…o un huevo.

Pero por cuanto eres tibio,
y no frío ni caliente,
te vomitaré de mi boca.

Apocalipsis 3:16

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