Los 10 mejores cuentos de Elena Garro: El tiempo es una broma cruel
Descubre la prosa poética de Elena Garro
Si la literatura mexicana fuera un palacio, Elena Garro sería la puerta secreta que pocos conocen, la que al abrirse nos lanza a un espacio donde el tiempo se fragmenta, la lógica colapsa y lo fantástico se filtra como humedad en las paredes de la realidad. Demasiado moderna para el canon, demasiado incómoda para encajar en la etiqueta de “realismo mágico”, Garro escribió cuentos que parecen accidentes cósmicos: un instante de lucidez que desmorona la normalidad.
Aquí te presento diez de sus mejores cuentos, esos donde el tiempo es un chiste de mal gusto, los objetos conspiran y la memoria es una trampa de la que nadie escapa.
1. La culpa es de los tlaxcaltecas
Si la culpa tiene un rostro en la literatura mexicana, probablemente es el de Laura, la protagonista de este cuento. Publicado en La semana de colores (1964), nos cuenta la historia de una mujer que se mueve entre dos realidades: su vida de esposa en el México del siglo XX y un pasado en el siglo XVI, donde es amante de un guerrero indígena.
No es un simple viaje en el tiempo, es un colapso del tiempo mismo. La traición, el deseo y la fatalidad se combinan en una historia donde la historia oficial y la experiencia personal se enfrentan como dos boxeadores en la última ronda.
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2. El día que fuimos perros
Los niños se convierten en perros. Así de simple. O tal vez no. Tal vez solo dejaron de pretender que eran humanos. En este cuento, Garro despliega su talento para transformar la infancia en una dimensión alternativa donde las reglas del mundo adulto dejan de tener sentido. Convertirse en perro no es un castigo, es una liberación. Es un recordatorio de que la humanidad es solo una formalidad.
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3. El duende
En este cuento, Elena Garro construye un mundo donde la infancia y lo sobrenatural se entrelazan con una naturalidad inquietante. La historia transcurre en un espacio donde el calor sofoca, el tiempo parece detenido y la realidad se siente a punto de fracturarse. Dos niñas, hermanas y rivales en su propia lógica infantil, encuentran en el jardín un refugio y, al mismo tiempo, una amenaza.
La figura del duende ronda la historia, pero su significado se desliza entre la ingenuidad y lo desconocido. Con una prosa hipnótica, Garro nos sumerge en un relato donde la percepción infantil convierte lo cotidiano en un misterio, y la inocencia se disuelve en el aire pesado de la tarde.
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4. Perfecto Luna
El destino, en los cuentos de Garro, no es una fuerza abstracta, sino una broma cruel que aprieta hasta que el protagonista deja de resistirse. Perfecto Luna es un hombre que intenta despojarse de sí mismo, como si cambiar de nombre pudiera reescribir su historia.
Pero la memoria es más terca que la voluntad, y en su intento de escapar se encuentra con una realidad que ha sido moldeada, ladrillo a ladrillo, por sus propios actos. La noche se alarga, el tiempo se descompone, y lo que parecía ser un episodio de mala suerte se convierte en una espiral de fatalidad donde lo sobrenatural y lo psicológico son indistinguibles. Garro, con su maestría para transformar lo cotidiano en pesadilla, nos entrega un relato que es tanto un exorcismo como una condena.
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5. Nuestras vidas son los ríos
El tiempo, en este cuento, es una corriente que no se detiene, aunque sus personajes se aferren a las orillas de la memoria. La historia es una herida que no cicatriza y el destino de los hombres parece sellado en la tinta seca de los periódicos, donde la muerte no es un acto, sino una imagen perpetua.
Con una melancolía implacable, Garro nos sumerge en la contemplación de lo inevitable, en el vaivén entre la infancia que intenta comprender y la realidad que se impone sin piedad. Como en un sueño febril, la narración oscila entre la crudeza del mundo y el consuelo de la imaginación, donde las palabras pueden ser conjuros y la muerte, solo otra forma de navegar.
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6. El anillo
Si un objeto aparece en un cuento de Garro, es mejor que prestes atención. No es solo un accesorio, es un detonador de destinos. En El anillo, un pequeño objeto se convierte en la clave de una historia donde el deseo, la obsesión y el poder se mezclan en una danza fatal. Es un recordatorio de que las cosas que poseemos terminan por poseernos.
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7. La semana de colores
Elena Garro desmonta el tiempo en este cuento y lo vuelve una estructura inestable, caprichosa, donde los días no siguen el orden que conocemos. Las niñas protagonistas, Evita y Leli, descubren que la semana no es un ciclo predecible, sino un territorio donde la lógica se dobla y las reglas cambian sin previo aviso. En el centro de este mundo elusivo está Don Flor, un personaje que parece tener el control de los días, pero cuya presencia encierra un enigma más profundo. Con una atmósfera onírica y perturbadora, La semana de colores es un relato donde lo infantil se mezcla con lo inquietante, y la realidad parece estar hecha de un material flexible que se resquebraja al menor contacto.
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8. El zapaterito de Guanajuato
En este cuento, la modernidad se enfrenta con la artesanía, la memoria y la tradición. Publicado en Cuadernos de Bellas Artes (1964), El zapaterito de Guanajuato es una especie de elegía para un mundo que se desvanece, una historia donde el tiempo avanza a golpes, destruyendo lo que encuentra a su paso.
Pero Garro no solo retrata la desaparición de un oficio, sino la de una identidad. El zapatero es un símbolo de un México que sobrevive a duras penas, resistiendo al progreso voraz. Su destreza con las manos no lo salva del olvido. Al final, el cuento nos deja con una sensación amarga: ¿qué tanto del país que conocemos terminará arrasado por la modernidad?
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9. ¿Qué hora es?
Si hay una pregunta que podría resumir toda la obra de Garro, es esta. En ¿Qué hora es?, publicado en Diálogos(1964), el tiempo es más que una medida: es una condena. La protagonista está atrapada en una realidad donde la pregunta no tiene respuesta, porque el tiempo, como siempre en los cuentos de Garro, se ha salido de control.
La ironía del cuento es devastadora: vivimos esclavizados por los relojes, y sin embargo, el tiempo sigue siendo un misterio. Saber qué hora es no nos acerca a ninguna verdad, solo nos recuerda que seguimos en marcha hacia un punto final que desconocemos. En el mundo de Garro, la puntualidad es solo otra forma de engañarnos a nosotros mismos.
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10. El robo de Tiztla
La memoria, el poder y la injusticia se entrelazan en este cuento donde lo fantástico y lo político convergen. Como en muchos de sus relatos, Garro nos habla de un México donde la historia no es un registro fijo, sino algo que puede ser manipulado, arrebatado y, en última instancia, robado.
Lo brillante del cuento es que no se trata de un simple robo físico, sino de una metáfora del despojo sistemático de los pueblos, de su identidad y de su derecho a recordar. Tiztla no es solo un lugar, sino un símbolo de la resistencia, de aquellos que, aunque les roben todo, siguen luchando por su memoria.
Puedes leer el cuento El robo de Tiztla de manera gratuita aquí.
Elena Garro: la escritora que el tiempo no pudo domesticar
Elena Garro no escribió cuentos para darnos respuestas, sino para hacernos dudar de todo lo que creíamos cierto. Sus historias nos muestran un mundo donde la lógica se disuelve y la única certeza es que, en cualquier momento, podríamos despertar en el siglo XVI sin entender qué demonios ha pasado. Y lo peor de todo: probablemente sea nuestra culpa.