10 poemas de Nicanor Parra para entrar en su antipoesía
Descubre 10 poemas de Nicanor Parra fundamentales para entender su antipoesía: humor, furia, lucidez y realidad sin filtros. Una guía para leerlo hoy.
Leer poemas de Nicanor Parra es entrar a una revolución silenciosa pero implacable. En sus versos, la poesía deja de arrodillarse ante lo solemne y se atreve a caminar por la calle: se ensucia, se burla, duda, provoca.
Parra rompió las formas tradicionales porque el poema no es un objeto sagrado, sino una herramienta humana. Mezcló humor, rabia, ciencia, política y cotidianidad hasta dinamitar el pedestal de la "poesía seria". El resultado: una obra que se siente viva, irónica, profundamente lúcida.
Te comparto mi selección de diez poemas de Nicanor Parra. Porque sí, porque me gustan y porque merecen ser leídos.
1. Autorretrato
AUTORRETRATO
Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.
En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!
Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.
Poemas y antipoemas (1954)
Sobre “Autorretrato”
“Autorretrato” es uno de los textos en los que Parra más se acerca a la carne del desencanto. Aquí no hay poeta maldito ni iluminado: hay un profesor agotado, un obrero del lenguaje que mide su vida en horas-clase y recibe, a cambio, un sueldo con sabor a sangre.
Parra dinamita la idea romántica del poeta para mostrar el rostro real: un hombre cansado, miopizado por la mala luz, envejecido por el trabajo y humillado por una sociedad que exige más de lo que devuelve.
Lo genial es que no se victimiza. Se burla. Exhibe sus arrugas como un manifiesto antipoético: la belleza no está en lo sublime, sino en el desgaste. El poema es una bofetada bajo el tubo fluorescente de un liceo: la poesía también puede oler a tiza, a burocracia, a salario mezquino. Y justamente por eso sigue viva.
Texto tomado de la Universidad de Chile – Archivo Nicanor Parra.
2. Es Olvido
ES OLVIDO
Juro que no recuerdo ni su nombre,
Mas moriré llamándola María,
No por simple capricho de poeta:
Por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
Ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
Supe de la su muerte inmerecida,
Nueva que me causó tal desengaño
Que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
Por la gente que trajo la noticia
Debo creer, sin vacilar un punto,
Que murió con mi nombre en las pupilas,
Hecho que me sorprende, porque nunca
Fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
Relaciones de estricta cortesía,
Nada más que palabras y palabras
Y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
Sólo queda un puñado de cenizas),
Pero jamás vi en ella otro destino
Que el de una joven triste y pensativa.
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
Con el celeste nombre de María,
Circunstancia que prueba claramente
La exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡Quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
Sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
Su inmaterial y vaga compañía
Que era como el espíritu sereno
Que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
La importancia que tuvo su sonrisa
Ni desvirtuar el favorable influjo
Que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aun, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
Que comprendan que yo no la quería
Sino con ese vago sentimiento
Con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
Lo que a esta fecha aún me maravilla,
Ese inaudito y singular ejemplo
De morir con mi nombre en las pupilas,
Ella, múltiple rosa inmaculada,
Ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
Que se pasa quejando noche y día
De que el mundo traidor en que vivimos
Vale menos que rueda detenida:
Mucho más honorable es una tumba,
Vale más una hoja enmohecida,
Nada es verdad, aquí nada perdura,
Ni el color del cristal con que se mira.
Hoy es un día azul de primavera,
Creo que moriré de poesía,
De esa famosa joven melancólica
No recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
Como una paloma fugitiva:
La olvidé sin quererlo, lentamente,
Como todas las cosas de la vida.
Poemas y antipoemas (1954)
Sobre “Es olvido”
Este poema es una trampa emocional disfrazada de confesión casual. Parra finge distancia —“no recuerdo ni su nombre”— pero va construyendo, verso a verso, el retrato de un amor que nunca aceptó como tal. La ironía es su forma de protección: declara olvido absoluto mientras desgrana memorias minuciosas, casi devotas.
El hablante insiste en que “no la quería”, que apenas fue una compañía vaga, una amiga de pueblo. Pero la muerte de ella y la noticia de que murió con su nombre en los ojos lo descolocan: lo obligan a enfrentar el afecto negado, el duelo que no admite, la ternura que siempre disimuló.
“Es olvido” es el poema donde Parra revela, sin decirlo, que la antipoesía también puede quebrarse por dentro. Es un texto sobre la negación afectiva, sobre lo que sentimos cuando creemos no sentir, sobre la fragilidad masculina antes de que tuviéramos palabras para nombrarla. Es un poema que duele no por lo que afirma, sino por lo que traiciona: olvidar es imposible si uno recuerda tanto.
Texto tomado de: Universidad de Chile – Archivo Nicanor Parra
3. Padre Nuestro
Padre nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo
Lleno de toda clase de problemas
Con el ceño fruncido
Como si fueras un hombre vulgar y corriente
No pienses más en nosotros.
Comprendemos que sufres
Porque no puedes arreglar las cosas.
Sabemos que el Demonio no te deja tranquilo
Desconstruyendo lo que tú construyes.
Él se ríe de ti
Pero nosotros lloramos contigo:
No te preocupes de sus risas diabólicas.
Padre nuestro que estás donde estás
Rodeado de ángeles desleales
Sinceramente: no sufras más por nosotros
Tienes que darte cuenta
De que los dioses no son infalibles
Y que nosotros perdonamos todo.
Incluido en diversas antologías de Parra; difundido originalmente en su etapa de antipoesía madura (circulación posterior a Poemas y antipoemas, pero plenamente coherente con su proyecto antirreligioso-humano).
Sobre “Padre nuestro”
Parra toma una de las oraciones más solemnes del mundo occidental y la desmonta como si fuera un artefacto defectuoso. No lo hace para ridiculizar la fe, sino para evidenciar algo más humano: el cansancio de un Dios terrenal. Aquí Dios no es omnipotente; es un trabajador saturado, un padre común derrotado por las circunstancias. El poema funciona como un espejo invertido: el creyente consuela a la divinidad, el humano se vuelve el adulto responsable.
La irreverencia no es gratuita. Parra expone una verdad incómoda: el mundo parece tan descompuesto que ni siquiera un Dios tradicional podría arreglarlo. “Padre nuestro que estás donde estás” condensa la sospecha moderna: la de una divinidad que perdió control, autoridad, ganas. Y aun así, los humanos le ofrecen consuelo, perdón, solidaridad.
Es un poema que se ríe de la teología pero abraza lo humano. Una plegaria invertida, tierna y devastadora, donde la fe se convierte en compasión, y Dios en un personaje profundamente frágil. Parra no destruye el mito: lo humaniza hasta dejarlo temblando
Texto tomado de: Material de Lectura – UNAM
4. Soliloquio del Individuo
Soliloquio del Individuo
Yo soy el Individuo.
Primero viví en una roca
(Allí grabé algunas figuras).
Luego busqué un lugar más apropiado.
Yo soy el Individuo.
Primero tuve que procurarme alimentos,
Buscar peces, pájaros, buscar leña,
(Ya me preocuparía de los demás asuntos).
Hacer una fogata,
Leña, leña, dónde encontrar un poco de leña,
Algo de leña para hacer una fogata,
Yo soy el Individuo.
Al mismo tiempo me pregunté,
Fui a un abismo lleno de aire;
Me respondió una voz:
Yo soy el Individuo.
Después traté de cambiarme a otra roca,
Allí también grabé figuras,
Grabé un río, búfalos,
Grabé una serpiente
Yo soy el Individuo.
Pero no. Me aburrí de las cosas que hacía,
El fuego me molestaba,
Quería ver más,
Yo soy el Individuo.
Bajé a un valle regado por un río,
Allí encontré lo que necesitaba,
Encontré un pueblo salvaje,
Una tribu.
Yo soy el Individuo.
Vi que allí se hacían algunas cosas,
Figuras grababan en las rocas,
Hacían fuego, ¡también hacían fuego!
Yo soy el Individuo.
Me preguntaron que de dónde venía.
Contesté que sí, que no tenía planes determinados,
Contesté que no, que de ahí en adelante.
Bien.
Tomé entonces un trozo de piedra que encontré en
[un río
Y empecé a trabajar con ella,
Empecé a pulirla,
De ella hice una parte de mi propia vida.
Pero esto es demasiado largo.
Corté unos árboles para navegar,
Buscaba peces,
Buscaba diferentes cosas,
(Yo soy el Individuo).
Hasta que me empecé a aburrir nuevamente.
Las tempestades aburren,
Los truenos, los relámpagos,
Yo soy el Individuo.
Bien. Me puse a pensar un poco,
Preguntas estúpidas se me venían a la cabeza.
Falsos problemas.
Entonces empecé a vagar por unos bosques.
Llegué a un árbol y a otro árbol,
Llegué a una fuente,
A una fosa en que se veían algunas ratas:
Aquí vengo yo, dije entonces,
¿Habéis visto por aquí una tribu,
Un pueblo salvaje que hace fuego?
De este modo me desplacé hacia el oeste
Acompañado por otros seres,
O más bien solo.
Para ver hay que creer, me decían,
Yo soy el Individuo.
Formas veía en la obscuridad,
Nubes tal vez,
Tal vez veía nubes, veía relámpagos,
A todo esto habían pasado ya varios días,
Yo me sentía morir;
Inventé unas máquinas,
Construí relojes,
Armas, vehículos,
Yo soy el Individuo.
Apenas tenía tiempo para enterrar a mis muertos,
Apenas tenía tiempo para sembrar,
Yo soy el Individuo.
Años más tarde concebí unas cosas,
Unas formas,
Crucé las fronteras
Y permanecí fijo en una especie de nicho,
En una barca que navegó cuarenta días,
Cuarenta noches,
Yo soy el Individuo.
Luego vinieron unas sequías,
Vinieron unas guerras,
Tipos de color entraron al valle,
Pero yo debía seguir adelante,
Debía producir.
Produje ciencia, verdades inmutables,
Produje tanagras,
Di a luz libros de miles de páginas,
Se me hinchó la cara,
Construí un fonógrafo,
La máquina de coser,
Empezaron a aparecer los primeros automóviles,
Yo soy el Individuo.
Alguien segregaba planetas,
¡Arboles segregaba!
Pero yo segregaba herramientas,
Muebles, útiles de escritorio,
Yo soy el Individuo.
Se construyeron también ciudades,
Rutas,
Instituciones religiosas pasaron de moda,
Buscaban dicha, buscaban felicidad,
Yo soy el Individuo.
Después me dediqué mejor a viajar,
A practicar, a practicar idiomas,
Idiomas,
Yo soy el Individuo.
Miré por una cerradura,
Sí, miré, qué digo, miré,
Para salir de la duda miré,
Detrás de unas cortinas,
Yo soy el Individuo.
Bien.
Mejor es tal vez que vuelva a ese valle,
A esa roca que me sirvió de hogar,
Y empiece a grabar de nuevo,
De atrás para adelante grabar
El mundo al revés.
Pero no: la vida no tiene sentido.
Publicado originalmente en Poemas y antipoemas (1954)
Sobre “Soliloquio del Individuo”
Este poema es la gran sátira del progreso humano. Parra toma toda la épica evolutiva —el fuego, las herramientas, las migraciones, las máquinas, la ciencia— y la reduce a la voz de un hombre que repite, casi como un mantra cansado, “yo soy el Individuo”. La repetición funciona como latido y como resignación: cada avance histórico viene acompañado del mismo aburrimiento existencial. Nada deslumbra. Nada dura. La humanidad inventa relojes, barcos, armas, ciudades… pero el Individuo sigue igual de perdido, igual de insatisfecho, igual de solo frente al mundo que intenta comprender.
La genialidad está en la escala y en el tono. Parra hace que miles de años pasen como un bostezo largo, como si toda la historia humana fuera apenas una caminata sin dirección. El poema desarma la idea romántica del progreso lineal y deja ver otro relato: la evolución como un esfuerzo ciego, repetitivo, casi cómico. El Individuo no es héroe ni víctima: es un testigo extenuado que concluye, después de atravesar eras y tormentas, que la vida no tiene sentido. Pero aun así, sigue grabando figuras en la piedra. Y ese gesto mínimo vale más que cualquier triunfo épico.
Texto tomado de: Material de Lectura – UNAM.
5. Los vicios del mundo moderno
Los vicios del mundo moderno
Los delincuentes modernos
Están autorizados para concurrir diariamente a parques
[y jardines.
Provistos de poderosos anteojos y de relojes de bolsillo
Entran a saco en los kioskos favorecidos por la muerte
E instalan sus laboratorios entre los rosales en flor.
Desde allí controlan a fotógrafos y mendigos que
[deambulan por los alrededores
Procurando levantar un pequeño templo a la miseria
Y si se presenta la oportunidad llegan a poseer a un
[lustrabotas melancólico.
La policía atemorizada huye de estos monstruos
En dirección del centro de la ciudad
En donde estallan los grandes incendios de fines de año
Y un valiente encapuchado pone manos arriba a dos
[madres de la caridad
Los vicios del mundo moderno:
El automóvil y el cine sonoro,
Las discriminaciones raciales,
El exterminio de los pieles rojas,
Los trucos de la alta banca,
La catástrofe de los ancianos,
El comercio clandestino de blancas realizado por
[sodomitas internacionales.
El auto-bombo y la gula,
Las Pompas Fúnebres,
Los amigos personales de su excelencia,
La exaltación del folklore a categoría del espíritu,
El abuso de los estupefacientes y de la filosofía,
El reblandecimiento de los hombres favorecidos por la
[fortuna,
El auto-erotismo y la crueldad sexual,
La exaltación de lo onírico y del subconsciente en
[desmedro del sentido común.
La confianza exagerada en sueros y vacunas,
El endiosamiento del falo,
La política internacional de piernas abiertas patrocinada
[por la prensa reaccionaria
El afán desmedido de poder y de lucro,
La carrera del oro.
La fatídica danza de los dólares,
La especulación y el aborto,
La destrucción de los ídolos,
El desarrollo excesivo de la dietética y de la psicología
[pedagógica,
El vicio del baile, del cigarrillo, de los juegos de azar,
Las gotas de sangre que suelen encontrarse entre
[las sábanas de los recién desposados,
La locura del mar,
La agorafobia y la claustrofobia,
La desintegración del átomo,
El humorismo sangriento de la teoría de la relatividad,
El delirio de retorno al vientre materno,
El culto de lo exótico,
Los accidentes aeronáuticos,
Las incineraciones, las purgas en masa, la retención
[de los pasaportes,
Todo esto porque sí,
Porque produce vértigo,
La interpretación de los sueños
Y la difusión de la radiomanía.
Como queda demostrado, el mundo moderno se compone
[de flores artificiales
Que se cultivan en unas campanas de vidrio parecidas
[a la muerte,
Está formado por estrellas de cine,
Y de sangrientos boxeadores que pelean a la luz de
[la luna,
Se compone de hombres ruiseñores que controlan la vida
[económica de los países
Mediante algunos mecanismos fáciles de explicar;
Ellos visten generalmente de negro como los
[precursores del otoño
Y se alimentan de raíces y de hierbas silvestres.
Entretanto los sabios, comidos por las ratas,
Se pudren en los sótanos de las catedrales,
Y las almas nobles son perseguidas implacablemente por
[la policía.
El mundo moderno es una gran cloaca:
Los restoranes de lujo están atestados de cadáveres
[digestivos
Y de pájaros que vuelan peligrosamente a escasa altura.
Esto no es todo: los hospitales están llenos de impostores,
Sin mencionar a los herederos del espíritu
que establecen sus colonias en el ano de los recién
[operados.
Los industriales modernos sufren a veces el efecto
[de la atmósfera envenenada,
Junto a las máquinas de tejer suelen caer enfermos
[del espantoso mal del sueño
Que los transforma a la larga en unas especies de ángeles.
Niegan la existencia del mundo físico
Y se vanaglorian de ser unos pobres hijos del sepulcro.
Sin embargo, el mundo ha sido siempre así.
La verdad, como la belleza, no se crea ni se pierde
Y la poesía reside en las cosas o es simplemente un
[espejismo del espíritu
Reconozco qué un terremoto bien concebido
Puede acabar en algunos segundos con una ciudad rica
[en tradiciones
Y que un minucioso bombardeo aéreo
Derribe árboles, caballos, tronos, música.
Pero qué importa todo esto
Si mientras la bailarina más grande del mundo
Muere pobre y abandonada en una pequeña aldea del
[sur de Francia
La primavera devuelve al hombre una parte de las flores
[desaparecidas.
Tratemos de ser felices, recomiendo yo, chupando la
[miserable costilla humana.
Extraigamos de ella el líquido renovador,
Cada cual de acuerdo con sus inclinaciones personales.
¡Aferrémonos a esta piltrafa divina!
Jadeantes y tremebundos
Chupemos estos labios que nos enloquecen;
La suerte está echada.
Aspiremos este perfume enervador y destructor
Y vivamos un día más la vida de los elegidos:
De sus axilas extrae el hombre la cera necesaria
[para forjar el rostro de sus ídolos.
Y del sexo de la mujer la paja y el barro de sus templos.
Por todo lo cual
Cultivo un piojo en mi corbata
Y sonrío a los imbéciles que bajan de los árboles.
Poemas y antipoemas (1954)
Sobre “Los vicios del mundo moderno”
Este poema es un inventario delirante del caos contemporáneo: un catálogo de miserias, corrupciones y excesos que Parra dispara como si fuera un notario de la decadencia global. No es un lamento moralista ni una denuncia solemne: es una cámara de guerra que captura el absurdo, la violencia y la ridiculez de la modernidad. El poema se mueve entre parques, incendios, burócratas, banqueros, proxenetas, filósofos drogados, bailarinas, mendigos y cadáveres digestivos. Todo cabe en este zoológico. Parra no organiza: amontona. No explica: exhibe. Y la acumulación es precisamente el golpe. El lector queda atrapado en un torrente donde cada “vicio” es más grotesco que el anterior, como si la civilización fuese un carnaval en ruinas.
En medio del horror, aparece una lucidez brutal: el mundo siempre ha sido así. Nada es nuevo, nada sorprende, nada se corrige. La modernidad no es progreso: es un looping infinito de desigualdad, espectáculo, estupidez y violencia maquillada. Sin embargo, Parra introduce un giro que incomoda: pese a todo, la vida insiste. La primavera vuelve. La bailarina muerta es más trágica que cualquier bomba. La poesía existe porque la podredumbre existe. Y frente a ese presente insalvable, Parra ofrece su antídoto: reírse, resistir y seguir chupando “la miserable costilla humana”. Una invitación feroz a vivir y descreer al mismo tiempo.
Texto tomado de: Material de Lectura – UNAM
6. Pensamientos
Pensamientos
Qué es el hombre
se pregunta Pascal:
Una potencia de exponente cero.
Nada
si se compara con el todo
Todo
si se compara con la nada:
Nacimiento más muerte:
Ruido multiplicado por silencio:
Medio aritmético entre el todo y la nada.
Reunido en antologías posteriores dentro de la sección Otros poemas del archivo oficial de Nicanor Parra
Sobre “Pensamientos”
En “Pensamientos”, Parra toma una inquietud fundamental de Pascal —la pequeñez y grandeza simultánea del ser humano— y la traduce al idioma de la antipoesía: ecuaciones breves, cortes precisos, humor seco. El poema es una reducción quirúrgica de la metafísica. El hombre como “potencia de exponente cero” desarma cualquier pretensión de heroicidad: somos algo y nada, una magnitud que no pesa salvo en su propia incertidumbre. Esta mezcla de cálculo y vértigo es uno de los trucos más elegantes de Parra: hacer que la matemática diga lo que la poesía solemne no puede.
En unas pocas líneas, el poema plantea que la existencia humana es un promedio imposible: nacimiento + muerte, ruido × silencio. Parra transforma la angustia filosófica en una operación elemental, casi infantil, pero que revela la precariedad profunda del ser. No hay destino, no hay sentido universal, no hay salvación: solo la oscilación permanente entre la nada y el todo. Es una epifanía mínima, un estremecimiento comprimido. Un recordatorio de que a veces el pensamiento más devastador cabe en una línea que parece salida de una pizarra.
Texto tomado de: Universidad de Chile – Archivo Nicanor Parra.
7. Para que veas que no te guardo rencor
Para que veas que no te guardo rencor
te regalo la luna
seriamente -no creas que me estoy burlando de ti:
te la regalo con todo cariño
¡nada de puñaladas por la espalda!
tú misma puedes pasar a buscarla
tu tío que te quiere
tu mariposa de varios colores
Directamente desde el Santo Sepulcro.
La camisa de fuerza (1968)
Sobre “Para que veas que no te guardo rencor”
Este poema es un pequeño artefacto explosivo disfrazado de carta cariñosa. Parra se burla del sentimentalismo tradicional ofreciendo un regalo imposible —la luna— no como gesto romántico, sino como prueba absurda de que no guarda rencor. La ironía es evidente desde el primer verso: un perdón exagerado hasta el ridículo, una cortesía sospechosa que roza la amenaza pasivo-agresiva. El poema desmonta las fórmulas cursis del amor dañino: regalos desmesurados, afectos teatrales, esa mezcla tóxica de ternura y reproche que Parra expone con una sonrisa torcida.
Lo más brillante es la firma final: “tu tío que te quiere / tu mariposa de varios colores / Directamente desde el Santo Sepulcro”. Aquí la voz poética se multiplica, se parodia, se vuelve caricatura de sí misma. ¿Es una burla al lenguaje epistolar? ¿Una sátira de la manipulación afectiva? ¿Una broma privada que el lector intercepta? Quizá todo al mismo tiempo. Parra convierte la declaración de no-rencor en un gesto teatral que revela—más que oculta—el verdadero rencor. Un poema mínimo que exhibe el mecanismo emocional de las relaciones humanas: decir lo que no se siente para no decir lo que duele.
Texto tomado de: Universidad de Chile – Archivo Nicanor Parra.
8. Hasta luego
Hasta luego
Ha llegado la hora de retirarse
Estoy agradecido de todos
Tanto de los amigos complacientes
Como de los enemigos frenéticos
¡Inolvidables personajes sagrados!
Miserable de mí
Si no hubiera logrado granjearme
La antipatía casi general:
¡Salve perros felices
Que salieron a ladrarme al camino!
Me despido de ustedes
Con la mayor alegría del mundo.
Gracias, de nuevo, gracias
Reconozco que se me caen las lágrimas
Volveremos a vernos
En el mar, en la tierra donde sea.
Pórtense bien, escriban
Sigan haciendo pan
Continúen tejiendo telarañas
Les deseo toda clase de parabienes:
Entre los cucuruchos
De esos árboles que llamamos cipreses
Los espero con dientes y muelas.
La camisa de fuerza (1968)
Sobre “Hasta luego”
Este poema es una despedida que no parece una despedida: es un brindis corrosivo, un aplauso sarcástico, un adiós que se ríe del ritual del adiós. Parra agradece a todos —amigos, enemigos, complacientes y frenéticos— como si estuviera dando un discurso de gala, pero lo que entrega es veneno envuelto en celofán. La frase “miserable de mí si no hubiera logrado granjearme la antipatía casi general” resume su credo antipoético: ser querido no es un mérito, pero ser detestado por la masa… eso sí es un logro. El poema convierte la despedida en una celebración de haber molestado a quienes debía molestar.
El humor se vuelve más ácido cuando promete reencontrarse “donde sea”, y desea parabienes con una sonrisa que muerde. Es una despedida teatral, casi carnavalesca, donde la emoción está filtrada por la ironía: las lágrimas caen, pero sabemos que Parra guiña el ojo. Al final, la imagen de los lectores siendo recibidos “entre los cucuruchos de esos árboles que llamamos cipreses” —es decir, en el cementerio— transforma el adiós en un recordatorio macabro: todos vamos para allá. Y aun así, Parra nos despide con un gesto que mezcla burla, ternura y fatalidad. Una de las despedidas más alegres y más siniestras de la poesía chilena.
Texto tomado de: Universidad de Chile – Archivo Nicanor Parra.
9. Me retracto de todo lo dicho
Me retracto de todo lo dicho
Antes de despedirme
Tengo derecho a un último deseo:
Generoso lector
quema este libro
No representa 1o que quise decir
A pesar de que fue escrito con sangre
No representa lo que quise decir.
Mi situación no puede ser más triste
Fui derrotado por mi propia sombra:
Las palabras se vengaron de mí.
Perdóname lector
Amistoso lector
Que no me pueda despedir de ti
Con un abrazo fiel:
Me despido de ti con una triste sonrisa forzada.
Puede que yo no sea más que eso
pero oye mi última palabra:
Me retracto de todo lo dicho.
Con la mayor amargura del mundo
Me retracto de todo lo que he dicho.
Sobre “Me retracto de todo lo dicho”
Este poema es el gesto más parriano que Parra pudo escribir: dinamitar su propia obra antes de que alguien más lo haga. La súplica inicial —“quema este libro”— no es falsa modestia ni provocación gratuita: es la conciencia feroz de que las palabras siempre traicionan, que jamás dicen exactamente lo que uno quiere decir. Parra confiesa su derrota no ante la crítica, sino ante su propia sombra. “Las palabras se vengaron de mí” es una de las frases más honestas de la literatura latinoamericana: aquí el poeta abandona el mito del control y admite la fragilidad esencial del acto de escribir.
El poema entero funciona como un testamento anticlimático y hermosamente inútil. Parra pide perdón, promete un abrazo que no puede dar, sonríe “con una triste sonrisa forzada” y, finalmente, renuncia a todo lo dicho… para decirlo de nuevo. La retractación es una pirueta trágica: se niega mientras se afirma, se borra mientras se inscribe. Esa contradicción es su poética entera. Parra no busca un cierre: busca exponer el fracaso inevitable de la palabra como herramienta de verdad. El poema es, en esencia, una disculpa que no resuelve nada y que, justamente por eso, nos deja frente a la honestidad final del antipoeta.
Texto tomado de: Universidad de Chile – Archivo Nicanor Parra.
10. La mujer
La mujer
La mujer llena de hijos no tenía donde vivir
Una mujer que era madre, que era hermana
Esposa no era, había sido
Una maldición pesaba sobre ella
Sobre su cabeza pesaba un cielo lleno de nubes
Y sobre sus pies pesaba todo
Yo estaba ahí de paso
Una especie de antimujer que lo vislumbra todo
El otro platillo de la balanza
Pues podía ser hijo como que efectivamente lo era
Podía ser padre, hermano
Podía ser esposo.
La mujer había elegido el lecho de un río para levantar sus tablas
Los utensilios domésticos yacían amontonados
Paisajes, matorrales se veían
Se veían piedras.
Todo esto ocurría en el corazón de una isla
Qué isla era aquella dios santo
Dios Santo
quién era yo para reírme de Cronos
Preguntaba a la hija idiota qué es aquello
Apuntando con el índice hacia unos cerros próximos
¡Nieve! respondía ella
Correcto, era nieve. En verdad era nieve.
Me daba vuelta y sin dejar de reír preguntaba de nuevo
Mirando ahora hacia el otro confín.
Nieve respondía de nuevo.
Estábamos rodeados de nieve
Pero era el corazón del verano.
Pensamiento profético:
Toda esta gente va a desaparecer.
Pensé que esa gente podía desaparecer
Los hijos mayores podían ser hermanos
Porque la sangre se había mezclado hacía tiempo
Los hijos mayores hablaban
Decían frases
Partirían ellos
Ellos se presentaban en forma de imágenes
Tomaban sus sombreros y se retiraban.
"El frío los hará desaparecer"
Ese pensamiento siniestro se apoderó de mí
El lecho del río se llenará de agua
Etc., etc.
Entonces yo partí en busca de víveres
Prometí volver con algo seguro
Hacía esfuerzos para no fracasar
Pero las piernas me temblaban
Salí al camino
Pero no, felizmente no
Aquélla no era una tierra desolada.
A ambos lados del camino descubrí chozas
Los pequeños palacios de los campesinos
Chozas miserables es cierto
Pero chozas de tierra: no de tablas
Poco a poco me fui acercando a ellas
De ellas salía humo
Con el rabo del ojo vi un corredor
Ensayé una pregunta, fracasé
Ensayé otra pregunta que extraje del fondo del espíritu
Fracasé
Aquellas mujeres me enjuiciaban
Dios Santo para qué me enjuiciaban aquellas mujeres
Si yo sólo era un transeúnte
Un quijote que no conoce los caminos
(Con el nombre de la isla me hubiera bastado)
Pero ellas hacían muecas
Se reirían seguramente
Pregunté dónde podría alquilar una casa
Habrá por aquí una casa que se alquile?
La imagen de la mujer anterior no desaparecía
Yo trabajaba para ella
Sufría posiblemente sufría
Quería sacarla del abismo
Seguí entonces por los caminos
El camino mismo me hacía marchar
Deambulando siempre
Sin perder completamente las esperanzas
Siempre mirando hacia atrás
Llegué a un villorrio
Pero las chozas habían sido quemadas
Solo quedaban los esqueletos
En un recodo del camino encontré una posada
Un anciano que vendía menestras
Vendía vino
Descripción del anciano:
Recuerdo que usaba un guardapolvo
Recuerdo las botellas de diferentes tipos
Pidió a otro cliente que me llevase en su automóvil
Cuando el motor ya estaba en marcha se acercó a la cabina
Hizo un obsequio
Y me animó para que siguiera indagando
Siguiera buscando.
El chofer no era un isleño
Pero había llegado antes que yo
Fumaba
Tenía una casa por armar
Veinticinco mil costaba esa casa
La armaría en el lecho del río
"Aquí no hay dónde levantar unos palos"
"Sólo existe el lecho del río"
Y el invierno?
"No hay que pensar en el invierno"
"No correrá más agua"
"El agua estará en todas partes"
"Pero no en el río"
"Los tranques..."
(Respuesta enigmática)
Pero yo estaba seguro de la catástrofe
Descripción de la catástrofe:
Cuando asomamos al valle vimos avanzar las aguas turbulentas
El río se llenaba rápidamente
Corrí hacia el puente
Habrían escapado los míos?
Las aguas empezaban a apoderarse de todo
Pero aquella mujer valiente no ha sido derrotada
Da voces
Refunfuñando despierta esa mujer maldita
No quiere salvar a sus hijos
"Después los iré a buscar"
"Primero hay que averiguar quién destapó los tranques"
La culpa recae sobre un zorro que andaba en busca de alimento
Lo acorralan contra la ribera
Gime
Escupen sus ojos
Yo rescato mi hija. La acerco al fuego
Froto su cuerpo
Mueve los pies
Trato de volverla a la vida
Pero aquello parece una caja
De su cabeza salen llamas
Tengo que volverla al agua
Recriminaciones de la mujer
Tú eres el culpable de todo
Tú eres el culpable de todo.
Reunido en Otros poemas dentro del archivo oficial de Nicanor Parra.
Sobre “La mujer”
Este poema es uno de los relatos más inquietantes y cinematográficos de Parra: una visión casi onírica donde pobreza extrema, incesto insinuado, desolación geográfica y desastre natural se mezclan en una especie de profecía sombría. Parra no describe la miseria: la pone a temblar. La mujer con hijos que vive en un lecho de río es, a la vez, víctima y emblema, madre y fuerza elemental, pero también un personaje que escapa a cualquier arquetipo. La prosa poética avanza como en un delirio lúcido: nieve en pleno verano, ríos secos que volverán a desbordarse, hijos que parecen hermanos, un zorro culpable de una catástrofe que no puede cargar. Todo se siente simbólico y, al mismo tiempo, brutalmente real. El poema muestra la fragilidad humana ante la naturaleza, la precariedad de la vida rural y una violencia soterrada que nadie nombra, pero que todos respiran.
La voz poética —un “yo” errante, confundido, casi extranjero en la tragedia ajena— encarna la impotencia del observador que quiere ayudar pero fracasa incluso al preguntar. Es un poema donde la culpa se mueve como una sombra: ¿de quién es la responsabilidad del desastre? ¿De la mujer? ¿Del río? ¿Del zorro? ¿Del narrador? Parra deja esas preguntas suspendidas mientras muestra cómo los vivos se deshacen y cómo los muertos parecen más ordenados que los sobrevivientes. El final es devastador: el narrador intenta salvar a su hija, pero solo encuentra fuego donde esperaba vida. Y entonces estalla la acusación: “tú eres el culpable de todo”. El poema no ofrece resolución; ofrece un espejo. “La mujer” no es un texto anecdótico: es una tragedia cósmica reducida a una escena doméstica. Un sueño malo del que no se despierta.
Texto tomado de: Universidad de Chile – Archivo Nicanor Parra.
Por qué estos Nicanor Parra poemas siguen incendiando la realidad
Leer Nicanor Parra poemas es enfrentarse a una fuerza que no pide permiso: una luz que no ilumina, sino que quema. En estos textos está el andamiaje completo de su antipoesía: el humor que desarma, la furia que piensa, la matemática que hiere, la ironía que sostiene lo insoportable, la ternura que aparece en los lugares más improbables. Parra entendió que la poesía no debía elevarnos, sino dejarnos caer. Que la verdad no está en los templos, sino en la vereda, en el kiosco, en el lecho seco de un río, en la silla incómoda de un profesor que perdió la voz. Sus poemas no buscan lo sublime: buscan lo real, incluso cuando lo real da vergüenza.
Si llegaste hasta aquí, tal vez buscabas un punto de entrada, una manera de leer a Parra sin quedar atrapado en su leyenda. Ojalá este recorrido no te deje una “conclusión”, sino algo más parriano: una desconfianza. Una pregunta mal formulada. Una carcajada en medio del desastre. La intuición de que la poesía —cuando renuncia a ser sagrada— se vuelve más humana, más peligrosa y más necesaria.
Porque eso es Parra: un poeta que no consuela, que no miente, que no se inclina. Un poeta que te deja solo frente al espejo y luego se ríe contigo. Y eso, en tiempos donde todos buscan certezas, es una forma radical de libertad.
Fuentes consultadas
Para esta selección y análisis consultamos las ediciones verificadas y digitalizadas del archivo oficial de Nicanor Parra disponible en:
- Universidad de Chile – Archivo Nicanor Parra (repositorio académico autorizado con las versiones más fidedignas de su obra).
https://www.nicanorparra.uchile.cl - Material de Lectura – UNAM (antología crítica con acceso a textos fundamentales de Parra).
https://materialdelectura.unam.mx
Cada poema fue tomado de su fuente original o de ediciones académicamente aceptadas, y analizado de manera independiente para País Lector.
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